Se llama Lucía y llena de luz pequeños objetos.
Las colecciones de Lucuix siempre evocan algo. La imperfección de la naturaleza en contraste con el frío metal en Still life, donde yo ( igual no era la única) podía ver a una Greta Garbo del siglo XXI pasearse por Central Park…
Los cerezos en flor japoneses de Sakura que hicieron oler a primavera los escaparates de ämmä el verano pasado…
Este verano las piezas de la colección de Lucuix huelen a mar. La belleza de lo imperfecto, un trocito de tronco erosionado por el mar, una perla con forma caprichosa, el brillo del oro y el color del mar en un día nublado.
Cada pieza nos recuerda que ese mar que sufre, es un tesoro.
Gracias Lucía, por recordárnoslo.